jueves, 31 de diciembre de 2009

Miradas...!


¡Miradas...!

Cuando se abre el telón
de tus bellos ojos verdes,
y dejan ver...
¡Las magnificas esmeraldas que me miran!!!

Mi alma queda inmersa
en la profunda fantasía,
de creer que sea posible:
¡Contemplar eternamente tu mirada..!

Esa mirada de gacela
azorada y confundida,
por ver la mía que te mira
como un lobo a su presa;
más, no huyes ni rehuyes
aterrada de la mía,
te quedas:
¡Como queda ante el áspid
la víctima elegida!

Nuestras miradas se cruzan
con avidez y sortilegio,
pues trocamos nuestros roles:
Ora soy el predador.
Ora la presa.
Y viceversa...
¡Quedo preso de tu mirada
y tú lo quedas de la mía,
en un hechizo de miradas..!

Una sonrisa difusa y traviesa
se instala en tu rostro:
Es el instante preciso
en que eclosionan los sentidos.
¡Ese inefable momento,
en que la centella precede al trueno,
para que el agua de los deseos
fluya del cielo...!

Para que la tierra sea fecundada,
por profuso aguacero.
Tu mirada y la mía
perdidas en remolinos de besos.
Caricias, mimos, pasión, deseos.
Ansiedad, embeleso, y el amor...
¡En todo su esplendor
dirigiendo la escena..!

El telón de los ojos al unísono bajados,
por el éxtasis de esos momentos supremos.
Mirándonos, con los ojos del alma...
El predador y su presa
en la vorágine plena,
en el acto en que ambos se entregan:
Como el leño a la llama...
Como el dìa a la noche...
¡Y viceversa...!!!

¡Recíprocamente...! 
¡Estoicamente...!
Como el mar y la arena...
Como la lluvia y la tierra...
¡Desesperadamente...! 
¡Desenfadadamente...!
¡Como solo los amantes saben hacerlo!


autor:
Ignacio Camaño
Rosario Santa Fe Argentina
derechos reservados



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