jueves, 3 de octubre de 2013








¡LÌMITES...!

A veces me parece
que estoy sobre una hoguera,
que consume mi mente
mientras mi cuerpo espera.

Las llamas incandescentes
crean extrañas formas,
de dioses omnipotentes
que danzan a mi vera.

Postrado de impotencia
pido a aquellos seres,
que alejen de mi lado
sus alucinantes presencias;

Y ellos sonríen con malicia,
siguiendo empecinados
me acosan sin clemencia,
hasta agotar mi paciencia.

Al verme casi inerme,
extenuado, humillado;
Una voz de ultratumba
resuena con vehemencia:

¡Tiembla, miserable criatura...!!!
me apostrofa rudamente
y repite vehemente:
¡Ruega, ruega, ruega...!!!

Tú, que creías que eras
un ser inmortal,
creyendo inútilmente
en un dios compasivo...

-Y ríe, con una carcajada
que insinúa demencia,
retumbando en mis sentidos
repetida en mil ecos...-

¡Ja... Ja... Ja... Ja...!!!
¡Jaaa...Jaaaaa...Jaaaaaaaaa...!!!
Con mis tímpanos colapsando
apelo por inútil clemencia...

Con los ojos omnubilados
de llanto convulsivo,
trato de encontrar una salida
del laberinto de tal locura...

Y la misma voz,
ya en forma estentórea,
me amedrenta amenazante
conminàndome a callar...

Y me dice : ¡Càllate...! 
y escucha tu condena,
por perder el tiempo
en forma tan estúpida...

Por tu candor infantil
creyendo en un dios invisible.
Un dios que no tuvo piedad
y te dejó a merced de la muerte...

Creyendo que tu eras 
emulo de Job, servil y obediente...
aceptando ofrendar a un ser querido
cual si fuera, un simple cordero.

Y hoy estás ahí, llorando acongojado,
tratando de entender tamaño desatino
de un destino que juzgas cruel, feroz,
inusitado, sobre el ser que engendraste;

El hijo bien amado, mimado, educado;
del que te vanagloriabas de ser su padre,
y ahora es tan solo un vivo recuerdo
luchando, contra el tiempo y el olvido...

Lleno de resentimiento y de dudas,
aun tratas de comprender tal misterio...
El porqué, el sino tejió esa tragedia
sumièndote a ti en un cruel calvario...?

El sufrimiento te ha convertido...
ahora tan solo eres un mísero guiñapo,
sollozante y lastimero por los rincones,
con el martirio brotando a borbotones...

Por eso, por renegar de tu creencia en dios
ya eres nuestro...ya eres otro mas...
otro miembro de las sombras y como tal,
tu condena, es abandonar la esperanza...!

Y tras tanta elocuencia calla, y me observa...
queriendo desentrañar mi sentir silencioso;
Tras un largo silencio, y notar mi indolencia,
se apresta a dar el veredicto final a su juicio...

Entonces dentro mio, estalla la evidencia
la insospechable certeza, que no tiene asidero,
pero que da la sensaciòn que nada esta perdido,
me aflora la fe y con ella, no acepto la condena...

De pronto, se desvanecen las sombras en la luz,
con estertores obstinados y un sordo bramido...
Las llamas se apagan por sorpresivo soplo
de un viento cálido que acaricia mis sentidos...

Me siento como el ave fénix, resurgiendo
de mis propias cenizas, ebrio de jùbilo
por surcar los cielos de la fe y la esperanza,
volviendo a entender que todo tiene su causa.

Y, aunque no soy Job, ni pretendo serlo
siento que todo tiene un noble sentido...
Venimos a este mundo con una misión divina
y cumplida ella, regresamos a nuestra morada.

Aquí estamos de paso, quizás por un segundo,
veintiún años, ò, el paso fugaz de un siglo...
¿Que son los años, ante la eternidad del tiempo?
¡Solo límites, para nuestra ansiedad del regreso...!

Autor:
Ignacio Camaño
Rosario Santa Fe Argentina
Derechos reservados.