¡Eolo...!
Cuando el viento,
viajero incansable de las noches y los días,
vagando por las calles
llega a tu lado;
Escucha...
si en el no notas,
una lenta y suave melodía,
cuando travieso llena tu calle
de rumorosa algarabía;
y remonta barriletes en los prados
del añoso parque,
mientras jugueteas con las hojas
que el pícaro Otoño quita a los árboles...
¡Escucha...!
¿Escucha y dime si en ella,
en esa suave melodía...
no suena mi voz clamando tu nombre?
Y por las noches,
cuando tus ojos se cierran al descanso
y en profundo sueño tu vida dormita...
¿No ves...
con tu mente dormida,
otra vida distinta unida a la mía,
en un lugar lejano a otros ojos humanos...?
¿Y no tiemblan tus rojos labios,
al sentir en tu boca
el misterio de un beso que te llega de lejos,
a través del tiempo y del infinito espacio...?
¡Soy yo...!
que amigo de Eolo,
le pido que lleve en sus ingrávidos brazos,
hasta tu lecho de rosas...
¡Mi amor latente, mi amor sincero...!