Encontrándome a la medianoche, solo, bajo un manto de estrellas.
La noche era apacible...Y la luna alumbraba en todo su
esplendor...
El aire estaba quieto. Las ramas de los árboles, reposando de su
perenne inquietud...
El silencio era casi oprimen te, mientras realizaba una ímproba
labor
en la terraza de la casa que era mi provisoria morada.
Algo irrumpió en mis oídos...un sonido apenas perceptible...
Miré en derredor, y aguzè el oído, tratando de ubicar de donde
venía...
más, al no divisar de donde provenía, consideré que nada ni nadie
había
y proseguí con mis tareas más rápidamente,pues quería terminar de
prisa
no porqué tuviera miedo, sino, porqué quería irme a descansar.
Sin embargo, nuevamente escuché aquellos sonidos ininteligibles...
No obstante, hice caso omiso esta vez, y continué en lo mio...
Pero…mi oído ya captaba un murmullo de voces...
Entonces, traté de ubicar nuevamente de donde venían ellas,
y no provenìan de un sitio determinado, parecía, que brotaran de todos
lados;
De la casa del vecino...De la del otro...De la ochava de la
esquina...
Y de los arboles. Las voces fluctuaban por doquier...por abajo, por
arriba
y por mis lados...Y extraña cosa me ocurrió, desestimé de mi
cualquier miedo, y al contrario, una dulce paz me invadió, cuando al hacerse
audibles dichos sonidos…
¡Se convirtieron en especies de trinos o cánticos melodiosos...!
Miré en derredor nuevamente y nada vi...otee hacia lo alto y nada
vi...me asomé hacia abajo y nada vi...y sin embargo,los sonidos se escuchaban
ya con claridad...Miré hacia las ramas de los árboles, y nada vi...y tal
acontecer no amainaba, más bien, se hacían cada vez mas audibles...y ya eran
voces...voces que cantaban, y sentí,que era a mi a quien se dirigían...y sentía
que esas voces me decían,que escribiera...¡que escribiera...! Mas, no entendía
claramente a que se referían, y de pronto,cesaron... y cosa aun mas extraña, era
que siguieran como un eco en mis oídos, empero, como había terminado mi labor en
la terraza, emprendí a retirarme hacia abajo, hasta la habitación donde mi esposa
dormía en el lecho conyugal ajena a todo, y observando que dormía no quise
despertarla para contarle lo que me había ocurrido, me acosté a su lado y me
quedé pro fundamente dormido.
Al despertar al otro día, me levanté para realizar mis tareas
cotidianas, mi esposa ya se había levantado y preparado el desayuno, estaba
dándoselo a nuestros hijos y me llamó para sumarme a ellos...Después de haberlo
hecho, subí a la terraza para leer el periódico, en busca de trabajo, pues estando
desempleado, me agobiaba lo que eso significaba, máxime, porque mis ahorros ya
flaqueaban y el dinero hacia falta para la supervivencia familiar, y era
menester solucionar rápidamente mi problema material. En eso estaba, leyendo los
clasifica dos, cuando oí nuevamente los murmullos... y los sonidos hacerse
audibles en extremo... y mientras leía el diario llegó a mis oídos una voz que
imperiosa pero dulcemente me conminaba a dejar el diario... -Deja el
diario- escuché claramente que esa voz me decía... Atónito miré hacia todos
lados, buscando el origen de quien lo había pronunciado... y a nadie
vi... entonces pensé: me estaré volviendo loco... y proseguí con mi lectura, y otra
vez, la orden resonó en mis oídos... -Deja el diario- levanté mi vista y miré de
donde había venido el sonido de la voz... y al buscar el sitio de donde había
salido, solo veo árboles... entonces me asomé hacia la calle y miré en
derredor, sin ver a nadie, y pensé nuevamente que estaba loco... y bajé de la
terraza inmediata mente para contarle a mi esposa ese evento que me estaba
ocurriendo... y mientras voy caminando, el viento me acaricia y susurra en mis
oídos -No corras, no estás loco- Me detengo consternado y mirando a todos lados y
no viendo a nadie, huyo ya presuroso hacia abajo... Busco a mi esposa por todos
lados y no la hallo, salgo a la vereda y me fijo en una casa rodante que
teníamos estacionada, penetro en ella para ver si estaba adentro y no
estaba... entonces nuevamente escucho la voz en mis oídos... -No estás loco
Ignacio, solo estas asustado- La voz mencionó mi nombre...! Miré azorado hacia
todos lados y llegué a la conclusión definitiva de mi locura al no ver a nadie
en ningún lado a mi alrededor... y calmé mi ansiedad al ver que mi esposa con
mis tres hijos venían caminando por la acera...fui al encuentro de ellos y
momentaneamente desapareció mi tormento.
Después de contarle a mi esposa los detalles de lo que me venia
sucediendo, esta me calmó con su dulzura habitual y me dijo que yo no estaba
loco, que seguramente serían mis preocupaciones por haberme quedado sin
trabajo, pero que eso era pasajero, con seguridad pronto aparecería algo, y si
volvía a ocurrir me ese evento extraño, tratara de dominar mi miedo y averiguara
a que se debía. Ya mas tranquilo, decidí averiguar que era lo que me ocurría, y
decidido subí a la terraza... Mi esposa y mis hijos subieron conmigo, y entonces
el mas chico, resolvió el misterio... Papuu son los ángeles -dijo- Cuando yo
estoy solo a mi me hablan -prosiguió- El otro día, uno de ellos me salvó de que
me caiga hacia la calle, porque yo quería atrapar un pajarito -nos contó con toda
su inocencia- y no pude menos que arroparlo entre mis brazos... no
obstante...pensaba, que quizás no estaría equivocado... y después de platicar un
rato en la terraza con mi familia, bajamos y continuamos con nuestras actividades
hogareñas.
Ya casi me había olvidado de lo ocurrido y sucedió que después de
una tormenta tuve que subir a la terraza a limpiar de hojas y basuras
acumuladas las bocas de los desagües como ocurría siempre después de los
meteoros... Apenas paró de llover me enfundé en mi traje de lluvia y encaré
decidido a realizar esa tarea en la azotea. Estaba atardeciendo, y a la luz
desfalleciente del ocaso me puse a realizar mi tarea... rápidamente, pues en
cualquier instante seguía el aguacero...Tiré las ramas hacia la calle cuidando
de no golpear a nadie y junté la basura y las hojas en una bolsa, y luego de
cerciorarme que todo estaba limpio decidí bajar de prisa... mas... mis pasos se
detuvieron en el primer escalón de la escalera... El viento volvía a susurrar me
en mis oídos... Atónito... perplejo... escuchaba la voz en mis oídos, en mi
cerebro... en cada poro de mi cuerpo... y aunque, seguía sin poder creer lo que
escuchaba, ya no pensaba que estaba loco, y escuché claramente que las voces me
decían -Ignacio, tienes que escribir -escribir- ...Pensé yo, como saben que a mi me
gusta hacerlo desde niño..? y la voz me dice -Claro que si, esa es tu
función, escribir- Volví sobre mis pasos...Dejé que la lluvia suave me
acariciara el rostro, mientras buscaba algo material de donde salieran esas
voces... pero, ya no tenía miedo... -claro- me dijo la voz... -un ángel se
corporizò en tu hijo para que perdieras el miedo- El viento, sacudía los
árboles... mas de pronto... cesó su ímpetu y los gigantes dejaron de moverse como
marionetas... El sol asomó en el horizonte mortecino... y se pudo ver aparecer la
belleza exultan te del arco iris despidiendo a la tormenta... Las nubes
despejaron el cielo en un instante, y la bóveda celeste imponente hizo su
aparición cubierta de las primeras estrellas....y yo, parado en medio de la
terraza, dialogaba con los murmullos que me traía el viento a mis
oídos... mientras una dulce paz me hacia aceptar, ser parte de ese universo
calidoscópico que me envolvía como un manto...! mientras los murmullos en el
viento me decían...: -Escribe Ignacio... escribe... y luego que escribas
entenderás... pero, empieza a escribir que no estás loco... solo estás oyendo la
voz de tu destino...! y aunque, aun estaba perplejo y no atinaba a
razonar, escuché con atención diligente las premisas que imbuían mi espíritu de
gozo y luego de un tiempo suspendido de cordura, me fui feliz a cumplir con ese
mandato... para empezar, traté de narrar aquí lo que me había sucedido y luego a
esperar cumplir con el sino encomendado... Escribir... y tengo ansias de seguir
escribiendo sin cesar muchas otras cosas, y aunque no se cuales son, espero con
ansias de demente recibir las órdenes de mi destino... y siento... que debo
seguir escribiendo...Las hojas de los árboles me hablan: y entendiendo su idioma me dicen:-que pida a la gente que los cuiden...que no arranquen mas a sus congéneres...! Escribe Ignacio...Me dicen cientos de abejas...-Di les a la gente que no rieguen los arboles frutales y a las flores con hormiguicidas, pues nos matan a nosotras- Escribe Ignacio- Me piden los gorriones, dile a los niños que no tiren sus chicles usados a la calles, que muchos de nosotros somos despistados y los tragamos creyendo que son migajas que nos ofrecen los niños y luego nos asfisiamos con ellos, impidiendo que podamos cumplir nuestra función de comer a los mosquitos y a los miles de insectos que asolan las ciudades... Escribe Ignacio: Escribe y sigue escribiendo... Que escribiendo... Tú estás escribiendo la salvación de nuestro mundo...! No te desanimes... que la lucha es cruenta y gracias a quienes escriban sobre los males de este mundo, algún día sembraremos conciencias y cuidaremos el hogar que nos cobija... La Tierra...!!! Tú, sigue escribiendo Ignacio...!!!
Autor:
Ignacio Camaño
Rosario Santa Fe
República Argentina
Derechos reservados...!!!
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Ignacio Camaño
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