LA CRECIDA...!
La ciudad...
en la margen derecha
río abajo...
duerme como un gigante impávido.
Sus luces de gran urbe...
titilan sobre el lomo del río,
creando extrañas formas
sobre la superficie acuática.
El río, colmado de camalotes
que bajan de las alturas,
va a otro río mas grande
que desagua en el mar.
Las aguas que colmaron
el lecho de los ríos superiores,
ahora bajan en aluvión incontrolable
provocando, ¡La temible inundaciòn...!
En su viaje...
traen maletas cargadas
de angustia y desolación.
Sembrando desarraigo en sus riberas.
En la margen izquierda,
río abajo...
se yerguen las islas
donde viven los pescadores,
quienes sufren con mas desvelos
los sinsabores de las crecidas,
que arrasan sin compasión
con sus precarias viviendas,
hechas de barro y paja.
hechas de barro y paja.
El isleño dialoga con el río
en patética oración.
Sus ojos inquisitivos
observan con desesperación,
los signos caprichosos del río
tratando de descifrarlos...
y ora le dicen bonanza,
ora le transmiten inquietud...
Su rancho apuntalado
a una altura preventiva,
originada en anteriores experiencias,
resiste el pico de la crecida.
La canoa pescadora
amarrada a un sauce viejo y resistente,
se mece al vaivén de las aguas,
como un brioso alazán atado al palenque.
El isleño dialoga con el río
y le pide en silencio,
que mengue el furor de las aguas,
que no traspase...
los limites históricos conocidos.
los limites históricos conocidos.
Y cuando la impotencia
ya obliga a refugiarse en la otra orilla,
ya obliga a refugiarse en la otra orilla,
ante el asalto
de la riada bravía y montaraz...
de la riada bravía y montaraz...
¡El río oye los ruegos del isleño…!
¡Se estacionan las aguas...!
comenzando a desandar lentamente
el pico alarmante de la crecida;
trayendo sosiego a su ansiedad.
Se diluye su miedo,
mientras observa la acuática avenida,
tornándose
mientras observa la acuática avenida,
tornándose
en tersa superficie plateada...
Invitante...Cautivante...
El isleño
aborda su canoa,
y como un jinete en su pingo
galopando por la llanura...
El navega por ese río marrón
con aires de ensoñación,
nauta feliz y enamorado,
mientras las aguas lo mecen...
¡En un arrullo conmovedor...!
mientras las aguas lo mecen...
¡En un arrullo conmovedor...!
Autor:
ignacio camaño
Rosario Santa Fe Argentina
derechos reservados
http://mishijasdilectas.blogspot.com
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