miércoles, 16 de mayo de 2018
Muerte.
Muerte.
Dios mio...!
Por qué este destino mio
sin concesiones...?
Por qué...
el paladear la felicidad
en los besos de una mujer,
para después;
volver a la normalidad blanca
de mis noches y días de soledad...?
Por qué...
Esta utopía flagelante
de efímeros sentimientos...
Por qué Dios mio...???
Sabes:
abarcar un futuro incierto
con la sombra fantasmal de la ilusión,
me despedaza.
Sabes...Dios mio:
Que yo la quería,
a esa mujer etérea
como gotas de rocío;
la quería...
o tal vez la quiero todavía...!?
Pero...
este destino mio me insta a renunciar:
a renunciar:
a la sinfonía alegre de su risa
que extasiaba mis oídos,
como los trinos de las aves mas canoras...!
A renunciar...
a seguir mirando y admirando,
sus infinitos ojos verdes esmeraldas;
con esa mirada traviesa
que eran como dos estrellas rutilantes
en mis noches blancas.
Ahhh...! Dios mio,
quien pudiera viajar al santuario
de tu morada edénica
para preguntarte frente a ti
por qué me castigas:
Tan grande es el pecado que he cometido?
Tan ultrajante ha sido mi existencia...?
Tan vacía...Tan disipada...?
Acaso no merezco que me ayudes
aunque sea esta vez y para siempre,
a conseguir lo que siempre he soñado...?
Dios mio...
Llévame de tu mano hacia la felicidad
aunque ella esté en la muerte,
porque quiero ser feliz...feliz...feliz...
y conseguir el amor
que tanto anhela mi alma.
Y si es en la muerte
que está la dicha
que se me niega sin clemencia...
¡¡¡Vengan a mi
hados obscuros de las sombras,
y llevadme en vuestros brazos;
al lugar profano de los muertos...!!!
Autor:
Ignacio Camaño
Rosario Santa Fe
República Argentina
Derechos reservados
15/06/1974
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