Estrellas fugaces
con su brillo insondable,
quedaron prisioneras
en tus bellos ojos.
Un rayo de luna
posado en tu rostro,
lo convirtió en escultura
esculpida en plata.
Mientras...
hebras de noche en tu cabellera,
acariciaban tu cuerpo
hasta tu cintura.
El universo entero...
le daba auge a nuestro sueño.
Con la bóveda celeste,
preñada de astros...
Con una luna llena,
brillante de asombro,
al ver como se alineaban
nuestros planetas...
Orbitando en perihelio
sobre el sol del amor...
bajo el manto còmplice
del espacio cósmico.
Nuestro primer beso
encendió tus mejillas,
con el rubor
que la pasión inflama.
Tu arrobo
me inundó de ternura...
y con premura
te amparé entre mis brazos.
Tu trémulo candor cedió
ante la avaricia de los besos.
y nos dejamos llevar
por la vorágine
de los sentimientos.
Y desde ese instante...
comprendì dichoso,
que tu eras el amor
que tanto había anhelado.
El cielo,
sonrosado testigo...
fue mudo espectador
de aquel momento inolvidable
que arrebolado,
unió nuestras vidas.
Autor:
Ignacio Camaño
Rosario Santa Fe Argentina
Derechos reservados
http://mis hijasdilectas.blogspot.com
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