viernes, 1 de agosto de 2025

PORFIA..

 PORFÌA...


La tarde, moría lentamente
prendida a la agonía del ocaso.
El sol, languidecìa en retazos
y daba su adiós, en el poniente.

La noche, nacía en ramalazos
de remezones tornasolados...
y en el azul del cielo
tejía en claroscuros su reinado.

El paisaje, se desdibujaba
como acuarelas lavadas por el agua,
y grotescas figuras parecían...
los árboles y casas que antes lo formaban.

El río, en el fondo se preñaba
de excelsa luminosidad plateada;
que le otorgaba Selene con donaire,
desde su alto pedestal de diosa.

Y yo, sentado en la ribera de ese río
que encierra historias de milenios en su cauce,
siguiendo imperturbable en su viaje...
marcando las fronteras con sus márgenes.

El día, se hizo noche ante mis ojos
y yo, con mis ansias hechas despojos
le cuento de mi vida la amargura,
que tengo en el alma por la duda
de seguir existiendo a sus antojos,
o desaparecer para siempre con mi pena.

Las estrellas, fulguran en las alturas...
Un cometa, transitando en su misterio
cruza fugaz el azul del firmamento.
La Luna, majestuosa con su luz plateada
adormece en su regazo las tinieblas,
tejiendo, inanimada existencia.

Ese profundo silencio que emana
como por arte de magia en las noches,
me envolvió con su manto de pereza...
y me quedé, como en éxtasis de espera
dialogando con monólogo intermitente...
con el río y la noche, que eran mis únicos oyentes.

Les conté, mi triste desventura
plagada, de matices cambiantes;
del oprobio y la rudeza de mi llanto
de la odisea, de haber amado tanto.

Les conté... de su risa cristalina.
De los besos, de su roja boca.
De su cuerpo, deseado y temido.
De mis sueños...De mi angustia...
De mi vida sin sentido.

Les conté... como un desposeído.
Les dije de mis pensamientos...
Que sin ella, era un hombre perdido;
no tenia voluntad, de tan herido.

Y por eso les pedía, me dieran fuerzas
para hacer, lo que había decidido...
El dar término a mis sufrimientos.
Arrancando de mi cuerpo la existencia
apagando, la llama de mi vida.

Más, mis fuerzas se menguaron
y me faltó el arrojo necesario,
para meterme en el río entre las sombras
y dejarme llevar para el olvido.

Era el momento, en que la tarde se entregaba
mansamente, en los brazos de la noche
cuando llegué con toda mi tristeza,
a la orilla del río a contarle mi odisea.

Y era el momento, en que el lucero aparecía
mostrando el camino hacia la aurora,
en que emprendía, el regreso a mi morada
dejando de lado, mi peregrina idea.

La vida, me enseñó con su porfía
que después de la noche, viene el día...
Sepultando, en las arcas del olvido
las penas, que nos acosan con delirios.

La vida musito quedamente en mis oidos
que si pretendía ser poeta algún día
tenía que entender cual era la mayor consigna..
Ser alquimista de mis emociones y sentimientos.!

Como nos enseña el mayor alquimista...
Aquel que torna la noche en día y viceversa...
que algunos se hacen los ciegos y no quieren ver
descubri que la vida es bella gracias a Dios...!

La noche, moría lentamente agonizando ante el alba...
y el día,con rizos de oro mostraba la alquimia de dios.!
Que nos muestra a cada instante, donde podemos apreciar...
que la vida...¡La vida...a pesar de todo...continúa.!!!

Derechos Reservados REF:CC.INTERNET.

Autoría: Ignacio Camaño Rosario de Santa Fe
República Argentina.Seudónimo:Raignakam.

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